domingo, 18 de septiembre de 2011

Mecanismo de defensa

                                      DIBUJO: Gastón Marsal                             
           

"Mujer ebria y expuesta a un pene excitado"
Tinta y lápiz sobre papel, 32x23cm (2011)
                                                                    
                                                                      
Escribió tanto como pudo, pero no alcanzaban para reinventar la sonoridad. Quería saber que palabras causaban cosquillas, cuales ardían en la imaginación, aquellas que podían ser claves, un secreto con forma de grito solo para un oyente, el sordo al que se le declaro tres veces y media.
Necesitaba saborear las conjugaciones exactas del adiós. Saber, cuál es la sintaxis precisa del dolor, quería tener las respuestas de todo y cada una, solo para justificar su existencia insatisfecha. Entender en una sobredosis de realidad.
Creció en silencio, como si todo su ser la hubiera condenado a pasar desapercibida.
Las únicas palabras que pronunció desudaron sus intenciones, sus ganas y la definió tan débil y corriente, que prefirió hacer como que ya  nada afectaba su carne viva. Un suspiro practicado carcomía su postura mal actuada, dejó que su cuerpo sea moldeado por cuantas manos fecundaran su andar infértil.
Entre las incoherencias de sus pequeños retazos de conciencia, se escurría la aparente complejidad de las palabras, tratando de hacer que toda ella sea un manifiesto frígido  de una mujer cobarde.


Eliana Tortorella


Otro trabajo del equipo Marsal - Tortorella.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Norita

El pasado que alguna vez fue el presente que te acuno, lo escuché como una dulce historia que navega en mis venas.
Hablar de vos en pasado hace que mis manos tiemblen, no hay nada que odie más que escribir y dedicar palabras que se quedan en la tierra y no te pueden seguir.
Tus flores favoritas eran las lilas, mi bisabuelo te dedicó un jardín todo lilas, todo recuerdo hasta el final del cuento.
Te levantaste a las 4:30 de la mañana durante cuarenta años, y estos últimos años te despertabas sin saber si te esperaba el día o la noche.
Te hubiera encantado ser madre y que hermosa madre hubieras sido.
Bailabas tango mejor de lo que cantabas.
Doblabas las bolsas de las compras, con tanta perfección, con tanta dedicación, que lo volvías un arte y hasta un don.  
Supe de los amores que te acompañaron, amores muertos, en fotos viejas.
Muchos te hicieron llorar, pero somos más los que te lloramos hoy.
Antes de ayer, te di un beso mientras apretaba tus manos y no me anime a decirte te quiero, porque no quería que fuera el último día.
Pero vos me regalaste tu último te quiero sin hasta luego.

Hermosa viejita, te beso en el recuerdo. 
Jueves 15  de septiembre de 2011… continuarás.  

Eliana.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Rutina II




                                                   "Incrustando amores y odios en mi rutina" 
                                                           Tinta sobre papel, 46x32cm (2011)

                                                              DIBUJO: Gastón Marsal





Rutina.
Un día plagado de sacrificios, fingiendo bienestar, forzando gentilezas, y con la cordialidad hecha tic, con tanto peso de rutina sobre mi espalda, me desplomé en la cama. Y como sé que odias que me duerma vestida, me dormí, para que me desvistas con cuidado, y sentir como me amas en los pequeños detalles, cuidando mis sueños, cuidando que no me despierte.
Me descalzaste y en la punta de los zapatos quedaron los lugares en los que debo estar, en mis pantalones la cobardía, en mi remera que tanto trabajo te dio sacarme se fueron mis miedos, en mi corpiño mis recurrentes pasados, en mis calzones remendados mi recelo a la sensualidad. Lo último que me sacaste fueron las hebillas, tardaste una eternidad, porque un sinfin de monerías evitaban que me desnudes.
Cuando terminaste volví a ser una hoja en blanco, sin adjetivos, sin firma, sin tachones ni la necesidad de esconderme en una metáfora o en un olvido que proteja mi integridad.
Empezaste a escribirme con sutiles movimientos, logrando encontrar mi mirada, y empezamos a escribir a dos manos nuestros cuerpos, increpando al deseo enfrentando a la totalidad de nuestros sentimientos.
Entre mordidas y caricias evitábamos las comas, nos regalábamos un punto seguido cuando nos erguíamos para caer en una continuidad de puntos y comas que nos agitaban, mientras penetrabas cada uno de mis espacios en blancos.
Podrías haberme acabado en un punto final, pero no, me hiciste dormir y me volviste a vestir, porque me aceptás hasta cuando me odias y yo amo que me odies con tanto amor. 



  Ilustración: Gastón Marsal  // Texto: Eliana Tortorella.


                                                          ¡Gracias por tu ARTE Gastón! 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

BiS

Todo  terminó cuando Indiana murió. Nace Indiana, Observa, aprende, se equivoca, ríe y no llora.
Con los años necesarios para inaugurar su adolescencia, conoce a Maria Soledad, ellos solían ir juntos a trepar cuanto árbol se les resistiera, y en unos pocos inviernos dejaron de ser niños. Los árboles se volvieron solo árboles y ellos ya no eran iguales, pero todavía seguían siendo a la par.
Con oscura inconciencia, le dieron lugar a un tercero en el mundo, que rápidamente aprendería hablar y a cometer los mismos errores que papá.
Maria de las Soledades, así se santificó luego de abandonar a Indiana y a su hijo por una aventura o excusa, se dedicó a realizar un show teatral, y así sobremorir, sola entre los ecos de un par de aplausos sin gloria y sin pasado.  
Por su parte Indiana recorría el mundo con su hijo enano, que con gran carisma logro conquistar a la mujer barbuda, con la que su padre había mantenido una aventura, el pequeño logro ser un gran domador de gatos; pronto domo a su padre, que su próxima reencarnación seria un gato de tres vidas.
Y por fin en un día sin nombre, anciano y sin muchas fechas para recordar, todo terminó. 

Eliana Tortorella