Revolviendo
sabanas, sentí como mis tripas se estrangulaban reclamando alimento, me levante e impulsivamente abrí la heladera,
solo una lata de tomate y una revolución de experiencia licuo mi mente, hecha
amalgama gris.
La lata y yo
Yo y la lata
La Toyota
Todo era confuso, quise hablar, no pude, no me entendía, nadie me ayudaba, el discurso absurdo
me margino de los otros y hasta de mi súper-yo, como si mi yo se hubiese
hartado de mediar con mi primera experiencia de satisfacción.
No tenia ni
motivo ni causa para respetar a la lata; con las extensiones de mi torso destroce
ese cilindro de oferta, de repente todo era rojo, primario, mis venas tenían
semillas y pensé saborear el tuco venático de cabeza y cruzada de brazos,
recordé, que el hombre que irrumpió en la cocina era mi padre, que abrigo mi
cabeza con su saco de conciencia moral, me enseño reprimir a juzgar mi
autentico accionar, entendí, que me moriría en mi realidad, es preferible vivir
en una realidad muerta, así debe ser.
Pensamiento y razón:
Firma y aclaración:
Tortorella Eliana y Eliana Tortorella
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