Odiaba la navidad, y no porque me indignara la
euforia consumista, o fuera atea, lo soy pero no era ese el motivo. Odiaba la
navidad porque la mesa cada vez nos quedaba mas grande, cada vez poníamos menos
platos y llorábamos más tiempo.
Debe haber alguna explicación, alguna respuesta
o justificación para que el ser humano sea tan pelotudo y se quiebre en una
determinada fecha y golpea la pared como si golpeara al destino, yo no la
conozco pero debe haber.
Pero está navidad sume un plato, más chico y de
plástico, capaz así empiezan las grandes mesas.
Eliana H Tortorella
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