Una mujer posa desnuda, quieta e imperfecta mientras ojos ajenos la
invaden, se detienen en las sombras que su cuerpo crucifica a contraluz.
La música me desaprovecha porque no me cuenta nada, ritmos constantes y
ruidos que se vuelven la voz que empieza a retumbar en mi pecho. Poco a poco
todos se pierden en papeles, en la representación de la realidad, en la mentira
de las percepciones, dibujan apresurados, aferrados al recreo de la estructura
donde no hay lugar para el occiso.
No miro, no escucho, no habló, solo escribo, lo que mis manoseados
sentidos me dejan captar.
El olor a marihuana me da ganas de llorar, me muerde el pecho masticando
un cacho de nostalgia, me lleva sin consentimiento a los años de bicicleta,
plazas, sahumerios y libros, a los veinte años cuando solía salvar al mundo en
mis discursos y la inconciencia me dejaba ser idealista.
Estoy tan lejos de quien solía. Abrazo los recuerdos, a mis errores, a
esas cosas que desearía que no hubieran pasado y al azar que me lleno los pechos
de leche y la vida de una inocente carcajada.
Mientras tanto mientras tanto en las hojas descansa la mujer vestida de
acuarelas, reinventada y virgen.
E.T
Que capacidad asombrosa de contar una vida en pocas líneas, realmente te admiro, un abrazo grande Eliana Tortorela.
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