martes, 18 de noviembre de 2014

La infumable

Por lo general cuando viajo me pongo los auriculares, creando una protección sonora contra boludos, tengo la mala costumbre de levantar temperatura e indignarme al pedo. Como cuando veo una publicidad anti-feminista donde la mujer se pone conchuda una vez al mes, o su mayor logro es sacar una mancha, cocinar pastas y que todos piensen que es casera. Me prende fuego.  
Pero soy medio masoquista, y cada tanto guardo el mp3 y me pongo a escuchar forradas tale como “Que lindas que estas” como si ser linda fuera un gran merito “te quedaron divina las tetas, parecen naturales” ¿ah? “Lo conseguí con descuento, a ocho mil mangos, re barato ¡está 10.000!” Guarda ese celular en el roca, pe-lo-tu-do “¿leíste a fulanito? (dos caritas de somos muy intelectuales)” Lo superficial no discrimina, y de repente ya no quiero escuchar, pero a veces se leen cosas peores que las que se escuchan; me empache de intelectuales cool, de autofotos innecesarias, de tira mierdas por facebook, de vende humo en la vida, de los que te quieren mucho con palabras lindas pero en los actos, bien gracias, de los ciegos, dominados y dominantes. En fin no quiero a nadie, ni a mí, soy muy hincha pelotas y encima enana, capaz que si hago yoga y como un poco de comida casera, gano un par de años de vida y me vuelvo más copada.  


Eliana Tortorella

lunes, 3 de noviembre de 2014

En la punta de la lengua

Nació de un repollo, eso me decía, todo en ella era original, no había heredado nada de nadie, no se parecía a nadie, no era de nadie, a veces se sentía nadie.
Solo tenía un nombre que alguien había elegido para ella, y al decir verdad era un nombre encantador, como si la persona que lo eligió la hubiera soñado, imaginado y presentido que iba a tener ojos color Canela.
Era tan dulce, que no fue difícil enamorarme, pero tendría que haber previsto que un ser con alas, vuela y si ese ser no tiene pasado, desaparece.
Pero uno a veces vive más de lo que imagina, lo suficiente como para reconocer unos ojos color Canela en una prostituta bajo la lluvia. Me dijo que estaba viejo, pero que los años habían sido más bondadosos conmigo, era mentira, claro. Me hubiera encantado decirle que era una vieja hermosa y que la extrañe, pero no me anime, otra vez no me anime.


Eliana Tortorella