jueves, 6 de octubre de 2011

Libre reasociación


Le escribo a la nada, que es vacío por la oposición de su significado, entonces abarcando la oposición no escapo ni pierdo nada, por que en cada rincón el todo incluyo al evocarla.

Las letras brotan en formas inconscientes recurriendo a la limitación de mi saber, quiero leer las paginas de aquellos cuentos que me olvide de escribir, caer en el dejavú de la palabra nueva, asomarme a la multiplicidad de las formas, encontrarme pendenciera frente a la propia ignorancia, que la acción supere a la ficción y descasar en los rincones dada de la estructuras dada(s).

Y si soy en él, ahora se que, el siempre, existe en el deseo y el cuidado, el detalle que al otro se le escapa y que a uno le hace entender que es, en la eternidad del sentir.

Son las palabras, la búsqueda de aquellas respuestas, de  preguntas que se olvidan, son la retórica, el monologo que se reprime, el dialogo, la cobardía que no confirma un pensamiento, crecer en la guerra y en la diversas formas de la paz.

Resucitando en las poesías olvidadas y en las que todavía no escribí,  mientras/estaba/estando/escribiéndome.

Eliana Tortorella

domingo, 18 de septiembre de 2011

Mecanismo de defensa

                                      DIBUJO: Gastón Marsal                             
           

"Mujer ebria y expuesta a un pene excitado"
Tinta y lápiz sobre papel, 32x23cm (2011)
                                                                    
                                                                      
Escribió tanto como pudo, pero no alcanzaban para reinventar la sonoridad. Quería saber que palabras causaban cosquillas, cuales ardían en la imaginación, aquellas que podían ser claves, un secreto con forma de grito solo para un oyente, el sordo al que se le declaro tres veces y media.
Necesitaba saborear las conjugaciones exactas del adiós. Saber, cuál es la sintaxis precisa del dolor, quería tener las respuestas de todo y cada una, solo para justificar su existencia insatisfecha. Entender en una sobredosis de realidad.
Creció en silencio, como si todo su ser la hubiera condenado a pasar desapercibida.
Las únicas palabras que pronunció desudaron sus intenciones, sus ganas y la definió tan débil y corriente, que prefirió hacer como que ya  nada afectaba su carne viva. Un suspiro practicado carcomía su postura mal actuada, dejó que su cuerpo sea moldeado por cuantas manos fecundaran su andar infértil.
Entre las incoherencias de sus pequeños retazos de conciencia, se escurría la aparente complejidad de las palabras, tratando de hacer que toda ella sea un manifiesto frígido  de una mujer cobarde.


Eliana Tortorella


Otro trabajo del equipo Marsal - Tortorella.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Norita

El pasado que alguna vez fue el presente que te acuno, lo escuché como una dulce historia que navega en mis venas.
Hablar de vos en pasado hace que mis manos tiemblen, no hay nada que odie más que escribir y dedicar palabras que se quedan en la tierra y no te pueden seguir.
Tus flores favoritas eran las lilas, mi bisabuelo te dedicó un jardín todo lilas, todo recuerdo hasta el final del cuento.
Te levantaste a las 4:30 de la mañana durante cuarenta años, y estos últimos años te despertabas sin saber si te esperaba el día o la noche.
Te hubiera encantado ser madre y que hermosa madre hubieras sido.
Bailabas tango mejor de lo que cantabas.
Doblabas las bolsas de las compras, con tanta perfección, con tanta dedicación, que lo volvías un arte y hasta un don.  
Supe de los amores que te acompañaron, amores muertos, en fotos viejas.
Muchos te hicieron llorar, pero somos más los que te lloramos hoy.
Antes de ayer, te di un beso mientras apretaba tus manos y no me anime a decirte te quiero, porque no quería que fuera el último día.
Pero vos me regalaste tu último te quiero sin hasta luego.

Hermosa viejita, te beso en el recuerdo. 
Jueves 15  de septiembre de 2011… continuarás.  

Eliana.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Rutina II




                                                   "Incrustando amores y odios en mi rutina" 
                                                           Tinta sobre papel, 46x32cm (2011)

                                                              DIBUJO: Gastón Marsal





Rutina.
Un día plagado de sacrificios, fingiendo bienestar, forzando gentilezas, y con la cordialidad hecha tic, con tanto peso de rutina sobre mi espalda, me desplomé en la cama. Y como sé que odias que me duerma vestida, me dormí, para que me desvistas con cuidado, y sentir como me amas en los pequeños detalles, cuidando mis sueños, cuidando que no me despierte.
Me descalzaste y en la punta de los zapatos quedaron los lugares en los que debo estar, en mis pantalones la cobardía, en mi remera que tanto trabajo te dio sacarme se fueron mis miedos, en mi corpiño mis recurrentes pasados, en mis calzones remendados mi recelo a la sensualidad. Lo último que me sacaste fueron las hebillas, tardaste una eternidad, porque un sinfin de monerías evitaban que me desnudes.
Cuando terminaste volví a ser una hoja en blanco, sin adjetivos, sin firma, sin tachones ni la necesidad de esconderme en una metáfora o en un olvido que proteja mi integridad.
Empezaste a escribirme con sutiles movimientos, logrando encontrar mi mirada, y empezamos a escribir a dos manos nuestros cuerpos, increpando al deseo enfrentando a la totalidad de nuestros sentimientos.
Entre mordidas y caricias evitábamos las comas, nos regalábamos un punto seguido cuando nos erguíamos para caer en una continuidad de puntos y comas que nos agitaban, mientras penetrabas cada uno de mis espacios en blancos.
Podrías haberme acabado en un punto final, pero no, me hiciste dormir y me volviste a vestir, porque me aceptás hasta cuando me odias y yo amo que me odies con tanto amor. 



  Ilustración: Gastón Marsal  // Texto: Eliana Tortorella.


                                                          ¡Gracias por tu ARTE Gastón! 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

BiS

Todo  terminó cuando Indiana murió. Nace Indiana, Observa, aprende, se equivoca, ríe y no llora.
Con los años necesarios para inaugurar su adolescencia, conoce a Maria Soledad, ellos solían ir juntos a trepar cuanto árbol se les resistiera, y en unos pocos inviernos dejaron de ser niños. Los árboles se volvieron solo árboles y ellos ya no eran iguales, pero todavía seguían siendo a la par.
Con oscura inconciencia, le dieron lugar a un tercero en el mundo, que rápidamente aprendería hablar y a cometer los mismos errores que papá.
Maria de las Soledades, así se santificó luego de abandonar a Indiana y a su hijo por una aventura o excusa, se dedicó a realizar un show teatral, y así sobremorir, sola entre los ecos de un par de aplausos sin gloria y sin pasado.  
Por su parte Indiana recorría el mundo con su hijo enano, que con gran carisma logro conquistar a la mujer barbuda, con la que su padre había mantenido una aventura, el pequeño logro ser un gran domador de gatos; pronto domo a su padre, que su próxima reencarnación seria un gato de tres vidas.
Y por fin en un día sin nombre, anciano y sin muchas fechas para recordar, todo terminó. 

Eliana Tortorella

miércoles, 31 de agosto de 2011

AfroditaS

Cada invierno, sola, sentada admirando el crepúsculo de Julio, cíclico estado que erosionaba la espera y moría marchita…clonando mil muertes, en el mismo lugar diferente en la diferencia del lugar.
Cada primavera la resurrección, festejada en orgías de abstinencia, sobredosis de presencias, teatros dionisiacos donde exponían mentiras impugnables. El telón cayó y calló, en el silencio, su escena final  y nuevamente, sé descubrió ciclo.
El invierno se le escapo de las manos y no murió, conoció la primavera y la libertad. Conoció a mujeres afroditas que caminaban su camino sin la compañía del viento, saboreando todo aquello que se les prohibía, aflorando en los ríos míticos de la felicidad errónea. Talaron pinos que acariciaban las lunas de Venus y fumaron vicios; jugaron a ser el fetiche y amar a espejos invertidos. Introdujeron uñas gatas en sus ojos sin mirada, deseaban llorar de una vez  la muerte de las espejismos.

Eliana Tortorella

lunes, 22 de agosto de 2011

B i C i C l E t A…

La bicicleta de un niño es la nave más poderosa, donde sus energías mueren en los brazos del pedal.
La bicicleta de un anciano es el souvenir de una vida llena de nostalgias.
La bicicleta de un canillita una herramienta de trabajo.
La bicicleta para un loco es un enemigo camuflado.
La bicicleta para el dadaísmo es arte.
La bicicleta para un poeta es la musa, de versos que pedalea su imaginación.
La bicicleta para la real academia española es un Vehículo de dos ruedas de igual tamaño cuyos pedales transmiten el movimiento a la rueda trasera por medio de dos piñones y una cadena.
La bicicleta de un amante en las exactas es           Bn=    I2 + C2     tan inerte en el papel, como un elementos con ocho electrones.                                                T+A+L
La bicicleta es la conjugación de letras y la imagen morfológica de los lentes del conductor.
El niño pedalea a la velocidad de la luz, mientras que el licenciado en exactas con el tiempo y la aceleración encuentra su velocidad inicial; el loco observa escondido tras un árbol, al asecho de su enemigo que apunta con el diario del canillita, que con su sombra inspira al poeta, que con sus versos llenara de nostalgia al anciano. Los recuerdos del sabio revive el dadaísmo y el arte inmortaliza lo cotidiano en museos de vivencias, con firmas y autores de mil historia con el mismo personaje.

Eliana Haydeé Tortorella 

domingo, 31 de julio de 2011

Rutina.

Un día plagado de sacrificios, fingiendo bienestar, forzando gentilezas, y con la cordialidad hecha tic, con tanto peso de rutina sobre mi espalda, me desplomé en la cama. Y como sé que odias que me duerma vestida, me dormí, para que me desvistas con cuidado, y sentir como me amas en los pequeños detalles, cuidando mis sueños, cuidando que no me despierte.
Me descalzaste y en la punta de los zapatos quedaron los lugares en los que debo estar, en mis pantalones la cobardía, en mi remera que tanto trabajo te dio sacarme se fueron mis miedos, en mi corpiño mis recurrentes pasados, en mis calzones remendados mi recelo a la sensualidad. Lo último que me sacaste fueron las hebillas, tardaste una eternidad, porque un sinfin de monerías evitaban que me desnudes.
Cuando terminaste volví a ser una hoja en blanco, sin adjetivos, sin firma, sin tachones ni la necesidad de esconderme en una metáfora o en un olvido que proteja mi integridad.
Empezaste a escribirme con sutiles movimientos, logrando encontrar mi mirada, y empezamos a escribir a dos manos nuestros cuerpos, increpando al deseo enfrentando a la totalidad de nuestros sentimientos.
Entre mordidas y caricias evitábamos las comas, nos regalábamos un punto seguido cuando nos erguíamos para caer en una continuidad de puntos y comas que nos agitaban, mientras penetrabas cada uno de mis espacios en blancos.
Podrías haberme acabado en un punto final, pero no, me hiciste dormir y me volviste a vestir, porque me aceptás hasta cuando me odias y yo amo que me odies con tanto amor. 

Eliana Tortorella

Consignas del quizás (parte 1 y 2).


1-
Siempre estuvo a punto de hacer tantas cosas, de decir eso que hacía sangrar su garganta, ponerle letras al ardor en su pecho, a acariciar sin que le temblara la mano, pero se congelaba en la intención, se conocía demasiado, sabía lo que duraría, prefirió no hacer nada y morir parada a punto de dar el primer paso.
 2-
Sueña con ser madre aunque su vientre esté seco, sabe como se llamara si es hombre o mujer, los pronuncia,  mira donde podría estar el tercer plato, láva sabanas sin orinar, si la posibilidad de ser madre hubiera existido, seguramente ella estaría deseando no serlo jamás. 

Eliana Tortorella

sábado, 9 de abril de 2011

Consiga Barroca

Los pisos de los otros serán solo el sostén de pasajeros que extinguirán un andar sin destino, porque se pararan sobre el pasado de otros correrán sobre y no para,  porque no sembraron el camino de los recuerdos, de los sentimientos inclasificables, de un poco de los que se creyeron que son dentro de las meticulosas adversidades de la nada en su plena totalidad. Replanteando la nadiadad de los C, de los que nadan en los mares de los recordados, masturbando al olvido de los reprimidos y su ello en ellos, usando mentiras para justificar su existencia. Cuando las palabras misma es una mentira, cuando el cuando no es cuando sino un donde y luego un desde cuando. La mentira se volvió verdad y cuando la razón nuestra razón de ser, el ser siendo. Cada vez todos son menos uno y mas uno en la ecuación de la identidad, menos que menos en la ínfima porción de la realidad. Y justo ahí cuando todos estaban, sabían y podían justo ahí no paso nada. En un rincón de la estructura social a la sombra de una cruz que podría haber sido un circulo y entonces hubieran colgado de nuestros cuellos círculos sagrados tan redondos y tan exactos que el mismo infinito encontraría su final en si mismo.  

Eliana Haydeé Tortorella

miércoles, 2 de febrero de 2011

Querido Julio:


Ésta carta es posible que se acumule junto a los diarios que se apilan en la puerta de tu casa, esperando contarte como avanza la involución mundial. Los progresos tecnológicos que hubieras visto en tu televisión sin antena, entre la neblina nicótica que perfumaba tu habitación, que se podía trasladar a cualquier parte del mundo, como bien dijiste una vez, esa habitación podría ser la habitación de un cuarto en París; cuando estabas en Buenos Aires.
Me genera nostalgia que te jubilaras, colgaras el lápiz y dejaras de violar al papel con tus escritos impertinentes alejados del espacio y el tiempo.
 A veces me siento tan impotente, porque me gustaría decirte tantas cosas, que no estás dispuesto a escuchar; cuando pudiste hacerlo, no tuve palabras, no sabía hablar.
Me enamore en el colectivo; en el tren; subte; consultorios; Bares; tiendas; supermercados; en casas, y patios; en el colegio, luego en la facultad y en la calle. Pero en un libro solo me enamore de vos, coquetee con muchos otros, tanto hombres como mujeres, con la vulgaridad petulante Alemana; con la frialdad obsesiva de los suecos; con la fogosidad italiana; con el hervor latino; la sabiduría oriental; la adorable arrogancia francesa; con los estrategas norte americanos y con muchos argentinos, pero solo vos me llevaste a pasear por Francia y por dormitorios plagados de conejitos, me hiciste llorar en un dialogo de ruptura y me definiste en un amor 77 con un tal Lucas, ¿Quién era Lucas? ¿Quiénes eran todas esas mujeres que te acompañaban cuando eras otro?
Vi el crepúsculo, Julio, y llore, porque “para verme tenía que mirarte eso me susurraste cuando me iba a dormir con vos en mis brazos y mientras dormida te arrugaba y al despertar te subrayaba. 
Te hice un regalo, sin dinero, sin pretensiones y sin que vos sepas, te hice un centro cultural, le dibuje una Rayuela y en el cielo de aquel juego escribí esta carta junto a tu cap.32 “(…) te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues”. La Maga. Espero noticias tuyas, un papel en un cajón o un borrador esperando ser encontrado. Te envió desde la circunstancia temporal un capitulo 7 en tu mejilla izquierda.

                                                                               Eliana  Haydeé Tortorella

miércoles, 26 de enero de 2011

AIRE LIBRE

Pensó hasta llegar a tener días enteros ocupados con la misma idea, practicó posturas y tonos de voz frente al espejo, junto argumentos irrefutables para su ascenso, veinte años en el mismo puesto requería por piedad un reconocimiento.
Antes de entrar a la oficina de su jefe llenó los pulmones, el suficiente para poder emitir su monologo sin interrupciones, demasiada presión y dignidad en juego. Y en un mínimo descuido que no estaba planeado, con una consecuencia inesperada e inevitable, que se le escapo de sus manos, un tremendo pedo retumbo en esa oficina de techos altos.
Sus miradas fijaron un silencio tenso y él con todo perdido en un suspiro, con un tono firme  le dijo: - ¡seria bueno que las oficinas tuvieran ventanas! Y su jefe lo miró seriamente e inclinándose a un costado respondió con una metralleta de pedos: -Lo que usted diga mi amigo, es difícil encontrar gente con la que uno se sienta cómodo. 

martes, 25 de enero de 2011

oops...

En ese instante esquivo por defecto y efecto caminaré  por los mares muertos,  amparada de recuerdos reinventados.
Cambiaré de piel, y mis arrugas me verán marchar joven y sin memoria, descansando en los brazos de mi padre, despolvando mi edipo.
Observo y aprendo a correr alrededor de mis días, veo sin querer mirar a los niños descubriéndose  ancianos, leyendo sus historias, sujetos marcando a sujetos. La cadena incesante de la última firma. Todos los muertos latiendo en futuros muertos. La reiteración de le creación en todas sus formas y personajes.

lunes, 24 de enero de 2011

MADUREZ INCIERTA

Julio, es un poema, un cuento, el ladrón de olvidos, que se asoma a contarnos como es el sentimiento antes de sentirlo. De tanto espiar y sin buscar encontró a Alejandra, dueña de lilas y una oscuridad brillante que deliraba de cansancio.
Él sabía que quería empapar de sangre un baño ajeno, que sus muñecas gritaban la última poesía, el último día de pena.
Le susurro al oído que se quede y ella besó los vírgenes rincones de su ser.
Ella se fue y él fumó las páginas que no escribió.

domingo, 23 de enero de 2011

Tregua


Y por fin, una anciana se desnuda ante su amante de juventud, le enseña un cuerpo vivo que se marcó de pasión y destierro con el pasar incesante del tiempo, que no le dio tregua a la juventud y la dejó ser ciclo. La mujer vieja baila insumisa como en las suicidas primaveras de inexperiencia, se deja caer, se llora el cuerpo y, en un forzado movimiento, levanta su cabeza para suspender así  su ultimo anochecer; se deja terminar de ser, que la encuentre un alguien desnuda como la primera vez que el mundo la admiró.