viernes, 1 de noviembre de 2013

Carmela





Todo paso tan rápido que no me diste tiempo a preguntar que día era. Si hubiera sabido que ese día te iba a conocer; me hubiera peinado, puesto una bombacha más digna y abotonado mis miedos. Pero no, te presentaste sin aviso y por adelantado, antes de verte por primera vez el corazón me latía tan fuerte que la garganta estaba a punto de infartarse y no por nervios, estaba perdiendo una profunda cantidad de sangre y si era necesario perder la vida para que nacieras, la hubiera entregado mansa y sin dudarlo, porque mirarte tan chiquita y tan mía me hizo estallar en llanto, no recuerdo haber llorado tanto y sin pudor, no conocía un sentimiento tan puro, tan grande e infinito, todo aquello se resumía en vos.
Cuando por fin te pude acariciar lo hice suavemente, mientras suspiraba mi existencia, bese tus parpados hinchado, recorrí cada milímetro de tus dedos, me busque en tus rasgos y encontré a tu papá y me atravesó el amor, porque sos eso la comunión de un gran amor, y serás mi motivo lo que me reste de.
Hoy tengo el corazón blando, la mente fatigada de intrigas, las manos felizmente ocupadas. Hoy mi cama se va a dormir impar de tanta dicha.

Mamá

No hay comentarios:

Publicar un comentario